Una vez más, las bombas israelíes llueven sobre la población palestina de Gaza, y los tanques y soldados israelíes matan y mutilan a personas en tierra. Con el levantamiento del breve alto el fuego, el asalto se centra en el sur de Gaza. Esta es la zona a la que el gobierno israelí obligó a ir a los palestinos que vivían en el norte de Gaza, supuestamente para evitar los bombardeos.
La crisis humanitaria de Gaza es un doloroso recordatorio de las guerras, pasadas y presentes, a las que se enfrentan innumerables pueblos de todo el mundo. Es un reflejo de un problema mayor en todo el mundo: la dominación del mundo por las grandes potencias mundiales.
En las últimas décadas, muchas de las guerras se han centrado en Medio Oriente. Al vivir en una región con vastos yacimientos de petróleo y gas, los pueblos de la región han sufrido las consecuencias de la rivalidad imperialista desde que el petróleo ha engrasado las ruedas de la economía capitalista. Históricamente, Estados Unidos y sus aliados europeos han impuesto, apoyado y mantenido alianzas con dictadores en todo el Medio Oriente. Han librado y financiado guerras para garantizar que sus economías siguieran teniendo acceso al petróleo de la región y siguieran explotándolo, empujando a las poblaciones de esos países a la pobreza y la desesperación.
Para ejercer su control, desde los años 50 el gobierno estadounidense ha dado más de 300.000 millones de dólares en ayuda militar a Israel. Israel sirve de policía al imperialismo en el Medio Oriente. Hoy podemos ver claramente lo que estos dólares estadounidenses están financiando: la ocupación de Palestina y el sometimiento del pueblo palestino. La masacre actual en Gaza de más de 15.000 palestinos y el desplazamiento de al menos 1,7 millones más, es una muestra horrorosa de esa opresión.
Estos ataques militares no son las únicas guerras a las que nos enfrentamos hoy en día. Nos enfrentamos a una guerra contra todos los seres vivos de la Tierra. Hay un ataque diario a nuestro medio ambiente a través de la quema de combustibles fósiles y el total desprecio por el medio ambiente por parte de quienes controlan las fuerzas productivas del mundo.
Actualmente, los mismos líderes mundiales, cuyas políticas conducen a estas guerras sin fin, están reunidos en la conferencia de las Naciones Unidas sobre el clima, COP28 (Conferencia de las Partes), en Dubai. Presentarán resoluciones vacías, pretendiendo abordar la crisis climática de la que son responsables. Lo que realmente se pretende con esta conferencia no puede estar más claro. El actual presidente de la COP es el director de la enorme empresa petrolera estatal de los Emiratos Árabes Unidos (EAU). Por si fuera poco, en una entrevista reciente declaró que no existe ningún fundamento científico que respalde la afirmación de que es necesario reducir los combustibles fósiles para frenar el actual trastorno climático. Además, un memorando filtrado puso al descubierto planes para utilizar la reunión de la COP para negociar acuerdos sobre petróleo y gas. Actualmente, ¡el futuro del mundo está en sus manos!
Se está librando una guerra contra los pueblos del mundo y los seres vivos que nos rodean. A veces se trata de bombas de alta tecnología dirigidas contra poblaciones civiles. La otra guerra diaria que se libra contra nosotros, y contra los ecosistemas de la Tierra, es la emisión masiva de carbono a la atmósfera. Estamos siendo testigos de catástrofes medioambientales sin precedentes que están causando estragos en comunidades de todo el planeta. Los efectos van desde eventos meteorológicos extremos hasta el aumento del nivel del mar, pasando por la pérdida de cosechas que desplaza a personas de todo el mundo. Los que tienen el poder están atacando a las comunidades más pobres y vulnerables del mundo con una destrucción catastrófica continuada. Y los demás somos los siguientes en su lista.
Todos nos enfrentamos a este sistema a diario, pero normalmente no en estas formas tan extremas. Pero se trata de la misma guerra, de un sistema capitalista, organizado para producir una cosa: utilidades. Estas utilidades pueden provenir de miles de millones de dólares en ventas de armas, de los cultivos en granjas industriales que destruyen el suelo, de la producción en fábricas, y de todos los demás usos de nuestro trabajo que mantienen al sistema capitalista obteniendo enormes ganancias.
Pero sus brutales ataques han encontrado resistencia. El pueblo palestino ha contraatacado de muchas maneras. Los trabajadores de todo el mundo se han declarado en huelga y han movilizado sus fuerzas para defenderse. Los agricultores se han organizado para proteger sus explotaciones. Nuestro reto es unir todas nuestras fuerzas: ¡el 99% contra el 1%!
El primer paso es organizarnos juntos, construir confianza entre nuestros compañeros de trabajo, nuestros vecinos y otros. Colectivamente tenemos el poder de defendernos. Nada ocurre en este mundo sin el trabajo de la clase obrera. Es hora de que utilicemos ese poder para poner fin a su vicioso y codicioso régimen y a sus guerras de destrucción.