El 15 de agosto, las fuerzas talibanes tomaron el poder en Kabul, la capital de Afganistán, y gran parte de la ciudad estalló en el caos. Decenas de miles de personas trataron de huir del país y miles intentaron llegar al aeropuerto. Los medios de comunicación occidentales transmitieron horribles escenas de personas cayendo desde el exterior de un avión y siendo aplastadas por la multitud en pánico. La situación es cada vez más desastrosa. Una rama del ISIS detonó una bomba en una entrada del aeropuerto, matando a más de 170 personas, incluyendo personal militar estadounidense, junto con otros ataques innumerables.
El caos ha puesto de manifiesto la realidad de la ocupación estadounidense de Afganistán. Decenas de miles de personas están en peligro ante el nuevo régimen talibán. Se habían convertido en parte de la economía que se desarrolló con la ocupación de Estados Unidos y la OTAN y la mantuvo. Los proyectos estadounidenses—militares, de derechos humanos, de medios, de desarrollo y otros—se apoyaron en la población afgana para llevar a cabo los 20 años de ocupación del país.
Ahora, mientras los ciudadanos estadounidenses y algunos afganos escapan en los aviones, decenas de miles de sus colaboradores y familias afganas han sido abandonados a su suerte.
Estados Unidos ha gastado más de 1,3 billones de dólares en una guerra en un país de 39 millones de habitantes. Eso significa que ha gastado más de 33.000 dólares por cada persona, en un país con una renta per cápita de unos 500 dólares al año. Desde la invasión de Estados Unidos y la OTAN en 2001, han muerto más de 71.000 civiles, más del 25% de ellos asesinados por el ejército afgano entrenado por Estados Unidos. Además, un número indeterminado murió a causa de las 60.000 bombas lanzadas sobre el país. La malnutrición y las enfermedades se han cobrado la vida de cientos de miles de personas más. En los últimos 20 años, ocho millones de personas han huido del país y 29 millones se han desplazado internamente.
Los políticos estadounidenses y los medios corporativos expresaron su sorpresa ante la rápida conquista de los talibanes y la disolución de las fuerzas afganas. Su respuesta es un reflejo de la estupidez o simplemente de la mentira. Los talibanes son bien conocidos por el gobierno estadounidense y por los afganos que vivieron bajo su dominio.
Los talibanes surgieron de fuerzas entrenadas por la fuerza de inteligencia de Pakistán (el ISI) y apoyadas por Estados Unidos y Arabia Saudí. Pasaron a formar parte de las milicias regionales de muyahidines que lucharon contra las fuerzas de ocupación de la Unión Soviética.
La ocupación de la Unión Soviética, de 1979 a 1989, mató a unos 500.000 afganos. Los talibanes entraron en la guerra civil que estalló entre las milicias regionales tras la salida de los rusos. Consiguieron apoyo como guardianes de la paz y tomaron el poder en 1996, con el apoyo activo de Hamid Karzai, elegido por Estados Unidos para la presidencia en 2001. Karzai está ahora en el equipo de transición de tres miembros que entrega el poder a los talibanes.
Los oficiales militares nombrados y los funcionarios del gobiernos regionales se llevaban para ellos mismos los fondos que supuestamente eran para proyectos locales o para apoyar a las tropas. A menudo, los soldados afganos no recibían su paga, se quedaban sin comida ni munición y sufrían un alto índice de bajas. Los comandantes inflaban el número de sus tropas para recibir más fondos, no informando de los hombres que habían muerto o reclamando hombres que nunca existieron. Estos mismos comandantes y funcionarios del gobierno recibieron dinero de los talibanes para que se rindieran durante los recientes avances talibanes.
La ocupación estadounidense devastó Afganistán y ahora deja un país sumido en la confusión y el colapso. Sólo ha servido a los intereses de la clase dominante estadounidense, en contra de los intereses de la mayoría del pueblo afgano y de los trabajadores y pobres de Estados Unidos.
